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González Byass recuperará dos viñedos Viejos en la D.O. Monterrei y la D.O. Arribes Del Duero

Dos parcelas singulares situadas en la D.O. Monterrei y en la D.O. Arribes del Duero son los viñedos viejos, ancestrales, que serán recuperados por “Ángel de Viñas”, la iniciativa que González Byass y su Fundación han creado en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid para recuperar y cuidar estos tesoros naturales.

Viñedo en la Do Arribes del Duero

El proyecto Ángel de Viñas de González Byass llega a la D.O. Monterrei y a la D.O. Arribes del Duero para ayudar a recuperar y conservar dos viñedos viejos. En Monterrei, en el municipio de Oimbra, rescatará una parcela de 0,6 hectáreas, con una edad media de 85 años, plantada con la variedad de uva Doña Blanca y un pequeño porcentaje de la tinta Mouratón. Por su parte, en Arribes del Duero, esta iniciativa recuperará, en Pereña de la Ribera, un viñedo de 1,9 hectáreas, con una edad media de 86 años, plantado con la variedad Juan García y la minoritaria Tinto Jeromo.

Estas dos zonas vitivinícolas se unen así a las viñas que en la actualidad están siendo recuperadas y conservadas en Madrigal de las Altas Torres (D.O. Rueda) y Espiells (Alto Penedés). Todas ellas componen el lienzo que González Byass dibuja con Ángel de Viñas para preservar este patrimonio de la naturaleza, necesario para salvaguardar la biodiversidad del entorno y el origen de vinos con unos rasgos singulares. Creada en 2021 junto a su Fundación y en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid, González Byass propone con Ángel de Viñas un ecosistema global y cooperativo para alcanzar este objetivo y que agrupa a técnicos, divulgadores, historiadores y universidades

Ángel de Viñas llega a Galicia

Viñedo en la Do Monterrei

En Galicia, Ángel de Viñas cuidará y conservará un enclave de 0,6 hectáreas de extensión de la Denominación de Origen Monterrei. Localizado el municipio de Oimbra (Orense), el viñedo, cuya primera cepa se plantó en 1935, presenta un suelo ácido, muy poco habitual, y se ubica en una zona de clima cálido con una pluviometría relativamente alta (más de 700 mm). Estas condiciones permiten la elaboración de vinos con buena concentración, que mantienen la finura y frescura de sus suelos.

Además de preservar esta viña de la variedad Doña Blanca y un pequeño porcentaje de la tinta Mouratón, Ángel de Viñas colaborará con el Ayuntamiento de Oimbra para la difusión y el fomento de la tradición de prensado de la uva en lagares rupestres conservados por este municipio.

Segunda Denominación de Origen en Castilla y León

         

Viñedo en los Arribes del Duero

   Al viñedo histórico situado en Madrigal de las Altas Torres en la D.O. Rueda, le sigue ahora una parcela en la D.O. Arribes del Duero, con una extensión de 1,9 hectáreas, y que cuenta con viñas plantadas desde 1936. Las variedades Juan Garcia y la minoritaria Tinto Jeromo crecen en estos viñedos situados sobre suelos de esquisto y cuarzo, que son los más antiguos de la Península Ibérica, formados incluso antes de que se erigiesen los Pirineos, dando a los vinos que surgen de ellos un marcado carácter mineral.

            Esta parcela, trabajada por la 4º generación de la familia que plantó en ella sus primeras vides, hace más de 80 años, continuará su historia para poder elaborar vinos que expresen la singularidad de esta Denominación de Origen.

Acerca de Ángel de Viñas

Enmarcado en el plan sostenible de González Byass “5+5 Cuidando el Planeta”, “Ángel de Viñas” abre una ventana hacia el pasado que permite caminar en la dirección que fija el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15 “Vida de ecosistemas terrestres”.

Para lograr su objetivo, “Ángel de Viñas” integrará, anualmente, tres viñedos singulares que González Byass adquirirá el compromiso de preservar su existencia, mantener su explotación y apoyar su divulgación. En esta apuesta de largo recorrido, los viñedos seleccionados contarán,

durante un mínimo de tres años, con una protección económica que garantice la continuidad del plan, que podrá consistir en la compra de la uva, el vino o el apoyo en las labores necesarias para su conservación.

“Ángel de Viñas” es una nueva muestra del compromiso de esta Familia de Vino por el cuidado y la protección del suelo y los viñedos, una filosofía que guía su día a día en los lugares donde se encuentra y que ahora amplía al resto de lageografía vitivinícola española.

“5+5 Cuidando el Planeta” es la realidad sostenible de González Byass, que cuenta con bodegas y destilerías en España, Chile y México. En todas destaca el compromiso por el cuidado del medio ambiente, a través del uso responsable de los recursos naturales, dirigido hacia un crecimiento equilibrado que aporte beneficios al entorno de manera local y global. Siempre mirando al futuro, con una visión a largo plazo.

«5+5» representa las cinco generaciones de la familia González que han conducido a la empresa hasta el siglo XXI y las próximas cinco generaciones que continuarán esta misión a partir del trabajo ya hecho. Implica el nivel de compromiso de González Byass con la naturaleza mediante el empleo de prácticas sostenibles en todas las áreas de la compañía, desde el viñedo a la bodega, pasando por los proveedores, el diseño de los productos y hasta la distribución al cliente.

En 2020, la compañía reafirma su compromiso sostenible con la adhesión al Pacto Mundial de las Naciones Unidas. En este sentido, González Byass se compromete a priorizar, inicialmente, los siguientes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) del Pacto: educación de calidad, trabajo y crecimiento económico, acción por el clima y vida en la tierra.

Cepas centenarias sobre canto rodado. © Elcatavinos

Cepas de Pie Franco. Un tesoro de singularidad

España es un país donde sólo hay que moverse medio centenar de kilómetros, incluso menos, para que el paisaje cambie súbitamente, el clima vire de lo continental a lo atlántico, o de lo mediterráneo a lo conti­nental, generando una sorprendente profusión de microclimas. Esta gran variedad, junto con nuestra orografía de mil y una colinas orientadas a todos los puntos cardi­nales, las elevadas horas de luz, y la versatilidad de los suelos, permite una diversidad vití­cola impresionante, con un amplio patrimonio ampelográfico de calidad. Pero esta riqueza no siempre se refleja en la oferta de vino al consumidor. Aquí ha imperado durante de­masiado tiempo el vino a granel, de cooperativa; o, en el mejor de los casos, uniformado al gusto marcado por Rioja. Sin embargo, el futuro es del vino defuerte personalidad capaz de reflejar limpiamente el terroir. Más en tiempos de globalización, estandarización y homogeneidad, donde el valor más apreciado es el de la singularidad. Y nada mejor para lograrlo que nuestras viñas centenarias, muchas salvadas in extremis de la desaparición por enólogos aventureros en busca del viñedo perdido. Algunas son prefiloxéricas que sobreviven en nuestro país a la espera del bodeguero redentor; otras, de pie franco, plantadas directamente en la tierra, sin el soporte americano, asumiendo el riesgo. Todas olvidadas y marginadas demasiado tiempo por su baja producción. Su recuperación marca un nuevo hito en la Gran transformación vitivinícola española iniciada hace tres décadas. Viñedos centenarios que se encuentran en numerosos zonas vitivinícolas españolas: Rías Baixas, Ribeira Sacra, Bierzo, Ribera de Duero, Rueda, Toro, Yecla, Campo de Borja, Priorat, La Mancha, incluso alguna pequeña parcela de Rioja. Y, por supuesto, las Islas Canarias donde no llegó la filoxera y su destructor mordisco.

Se dan, por tanto, las condiciones para elaborar vinos de altísima calidad. Sin embargo, no es tan sencillo, ni resulta siempre rentable. Porque las viñas centenarias suelen encontrarse aferradas en empinadas laderas de valles fluviales, donde la cepa se ubica en bancales de prodigiosa geometría, dibujando las arrugas del terreno abrupto y salvaje. Otras veces hunden sus viejas y sinuosas raíces sobre terrenos arenosos, como dunas bajo una luminosidad reverberante en el limpio cielo azul velazqueño de las tierras altas segovianas; o maduran abrigadas por el manto negro de tierra volcánica. Y las hay que horadan la piedra pizarrosa buscando el salvador reservorio de agua, asentadas en un laberinto de colinas donde el terreno se desliza abruptamente en terrazas fascinantes, mientras el sol juega al escondite con las sombras de las cepas varadas en sus laderas. Pese a ello, ya contamos con una ramillete de vinos elaborados con el tesoro de sus uvas. Sin ánimo de ser exhaustivo, quiero mencionar algunos ejemplos. Es el caso de Do Ferreiro Cepas Vellas, el magistral blanco de uvas albariño elaborado por Gerardo Martínez Lázaro en su parcela de1ha. con cepas emparradas de 250 años, que le permite aunar potencia y elegancia, con aromas frutales tapizando el final de boca, alguna nota especiada, y largo postgusto. Otro blanco excelente es Capitel, elaborado por Bodegas Ossian, creada por Javier Zaccagnini y hoy propiedad de Pago de Carrovejas, con el magistral fruto de cepas de Verdejo con más de 160 años, que hincan sus raíces directamente en el suelo, como gruesos troncos de árbol emergiendo sobre una capa de fina arena, buscando agua en la capa de arcilla para regalarnos su elegante y profunda nariz donde la fruta carnosa y el fondo asilvestrado de la uva se funden en una sinfonía de maderas especiadas, notas florales, y el recuerdo aromático de la hierba. Antes lo hizo Nieva Pie Franco, capaz de extraer de la matriz arenosa de las viñas plantadas en el Paraje Vallehondo una frutosidad que se manifiesta sin artificios, sólida, intensa. sobre un fondo de pedernal que te sumerge en ensoñaciones campestres. No le va a la zaga el viticultor Javier Sanz y su excelente V 1863, un Verdejo sobre lías elaborado con cepas supervivientes a la filoxera en las 2,27 hectáreas viñedo familiar en Pago de Saltamontes, suave y cremoso, con una sugestiva gama aromática donde las notas de fruta carnosa madura dialogan con la flor y la hierba al amparo de las notas de panadería; o La Misión, una obra de arte de Verdejo prefiloxérico elaborado por Bodegas Menade, criado sobre lías en roble y tinajas que le confieren un aroma frutal pleno de matices sobre un fondo de hierbas silvestres, rematado por un elegante final amargoso.

En el amplio y variado mundo de los tintos hay más vinos destacables de viñas centenarias. Como los de Bierzo, con sus caseríos recostados en la ladera del monte, donde se guarda el secreto de una viticultura ancestral, asentada en suelos de pizarra y tierra caliza, reserva genuina de la Mencía centenaria. Hasta allí se fueron Álvaro Palacios, creador del fabuloso L’Ermita en Priorat, y su sobrino Ricardo Pérez, con el objetivo de elaborar un gran cru. Si Villa de Corullón marcó el inicio de un prodigioso resurgimiento  de la zona, ha sido La Farona quien ha logrado su máxima expresión, con sus contrapuntos y armónicos organolépticos: la boca carnosa, pero el paso festivo, excitante; el paladar concentrado, pero vivificado por la sabia de la roca pizarrosa; la caricia recatada que acaba en un profundo e interminable abrazo. Mucho más asequible, pero también de calidad sobresaliente, es Dominio de Tares Cepas Viejas en el que participan viñas de unos 100 años y otras más jóvenes, es capaz de enamorarte con su nariz muy expresiva, plena de fruta madura, y su tenue y reconfortante pátina de cedro y humo. En Toro, donde el riojano Marcos Eguren logró convertir la potencia de los vinos en elegante lujo, destaca Termanthia, sostenido por la majestuosidad de sus cepas centenarias de Teso de los Carriles, hoy parte del catalogo de Louis Vuitton Moët Hennessy, junto con Dom Perignon. Claro que Eguren se quedó con algunos viñedos centenarios con los que elabora Alabaster, puro equilibrio y armonía, intenso y fragante, complejo y elegante, lo que no es poco en un Toro. En Ribera del Duero, Dominio de Atauta posee el impagable tesoro de cepas prefiloxéricas con siglo y medio de antigüedad en Valdegatiles, un conjunto de 9 microparcelas en algo más de 1 ha. donde el vino se dota de un expresión frutal estilizada, adornada de perfumes florales y asentada sobre el frescor de las hierbas balsámicas. En Aragón, pese a los estragos de la filoxera, aún perduran y resisten cepas de la sensual Garnacha, como las que dan origen al tinto Aquilón, de Alto Moncayo, un prodigio de potencia recubierta un fino encaje de especias y torrefactos (trufa, café, cacao, vainilla) con la presencia equilibrada del roble.

Y claro, Canarias, territorio libre de filoxera, donde existe un acerbo de variedades muy amplio. Destaca entre ellas la Malvasía asentada en los terrenos de origen volcánico, cultivada en difíciles terrazas e inverosímiles agujeros, con el picón como manto protector, que aporta a los vinos un tostado sugestivo e inconfundible, y que antaño elogiara Shakespeare. Es el vergel en la ceniza donde vegetan las dulces malvasías de La Palma, suave y verde, más delicada en su irrepetible zona de Los Quemados, 2 metros de picón antes de que la raíz alcance la tierra fértil. De allí proceden los dulces y embriagadores Teneguía, y los no menos sugerentes y complejos Carvajal. En Lanzarote, isla lunar, desierto sereno y oscuro, tiene asiento una de las bodegas más emprendedoras, El Grifo, estandarte comercial de los vinos canarios, y el principal impulsador de la renovación vitivinícola. Singular entre singularidades, destaca su vino dulce añejo Canari, un ensamblado de tres cosechas ((1956, 1970 y 1997) de Malvasía Volcánica asoleada donde la fruta escarchada se funde con las notas florales, los tonos de reducción y el recuerdo de frutos secos, con un largo final que recuerda a un generoso dulcemente balanceado por el final ligeramente amargo.

Por supuesto, hay muchos más vinos elaborados con viñas de pie franco o prefiloxéricas: Casa Castillo Pie Franco y Gémina Finca La Cabra, en Jumilla; Cenit Pago Las Salinas, en Zamora; Cánfora Pie Franco y J. Antonio Ponce Pie Franco, en Cuenca; El Linze, en Toledo; Fuentes del Silencio Cepas Viejas, en León: Torresilo, en Burgos; Tumba del Rey Moro, de Comando G, en Madrid, Los Dominios de Berceo Prefiloxérico, en Rioja… y un largo etc. que cada vez se concreta en grandes vinos de fuerte personalidad. En definitiva, un viaje en el tiempo para ganar el futuro.

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